El eterno resplandor de un alma infinita

Fotografía tomada de la página Atheem Photography El vacío te hala. Las cadenas se templan. Se estremece el silencio. Agitación desbocada. Cada eslabón grita ante el roce de los perfiles. Un eslabón fracasa y todo se va a la nada. Sólo un recordatorio: El rebote vuelve hasta reventar tu carne. Tragas saliva y gritas al tiempo. Un verdadero golpe de silencio. Fin.

No me dí ni cuenta cuando salí del bus y terminé en el interior de una estación que parecía estar en construcción. No había nada en ese lugar que me indicara dónde me encontraba. Esto interrumpió la estricta rutina que venía repasando en mi mente para llegar a casa en el menor tiempo posible. Las puertas de vidrio se agitaron ante el acelerado transitar de un bus que nunca pasó. Era otra vez muy tarde. Los sensores se activaron dejando las puertas abiertas. El profundo negro me atrapó de lleno. Escudriñando con la mirada no entendí cómo me era imposible  definir forma alguna. ¿ Adónde había llegado? Un paso más y ese fue en falso. Me acerqué tanto para ver, que salí de cabeza a la calle. La estación se apagó y el negro lo fue todo para mí. Me levanté y con la pequeña luz de mi celular empecé a hacerme mi propio camino del que sólo sabía no era de regreso a casa. Fin.

Por el resquicio de la puerta entreabierta penetran los últimos destellos de un sol que se ahoga en la noche tiñendo las paredes de un tenue naranja. Suena el teléfono. Yo nunca contesto, contesta la máquina: -¿Aló?, ¿Hugo?, ¿aló?. Yo sé que estas ahí. Contéstame. Por favor no me hagas esto... Con la cámara en mis manos empiezo a disparar ráfagas de fotos, todas desenfocadas. Es inútil. en ninguna de ellas logro capturar su voz. Una voz creada por mi mente insistiendo en un pasado que no sucedió y en una realidad que quiere que yo sea. Fin.

Hay una empresa que se hace llamar M ultinacional B usiness O rganization y están buscando gente para trabajar con ellos. A mí me llamaron para un posible puesto en el área administrativa. Cuando yo asisto a la cita me doy cuenta que en las paredes de la casa solo hay fotos y pinturas que me dan la idea de estar en un lugar opulento. Todo tenía un halo de misterio que apuntaba a un típico fraude pero sin embargo decidí que hasta no comprobarlo por mí mismo me desharía de mi desconfianza y duda. Era posible que estuviera equivocado y se tratara de una gran oportunidad. Mucha era la gente que se encontraba ahí y nos empezaron a pasar de a cuatro para ser entrevistados en unas oficinas que no exhibían nada alusivo a la empresa contratante. Lo que decoraba el escritorio vacío eran los papeles que la gente acababa de entregar. Únicamente se contaba con los entrevistadores del lugar y los que ellos tenían para decir. La entrevista fue muy superficial y nos preguntaron uno a