Por el resquicio de la puerta entreabierta penetran los últimos destellos de un sol que se ahoga en la noche tiñendo las paredes de un tenue naranja.
Suena el teléfono. Yo nunca contesto, contesta la máquina:
-¿Aló?, ¿Hugo?, ¿aló?. Yo sé que estas ahí. Contéstame. Por favor no me hagas esto...
Con la cámara en mis manos empiezo a disparar ráfagas de fotos, todas desenfocadas. Es inútil. en ninguna de ellas logro capturar su voz.
Una voz creada por mi mente insistiendo en un pasado que no sucedió y en una realidad que quiere que yo sea.
Fin.
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