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El carnicero

Concentrado en su labor, el carnicero del barrio preparaba los cortes de la carne de cerdo que vendería más tarde en la mañana.

Tres hombres encapuchados se acercaron con claras intenciones de robarlo. El carnicero reaccionó violentamente por instinto. Estos hombres no tuvieron oportunidad. Sus cuerpos quedaron tirados por todo el lugar.

Era necesario terminar con esta locura, si alguien se enteraba de lo sucedido él iría a parar a la cárcel cuando todo ello había sido en defensa propia. El carnicero decidió hacer lo que mejor sabía, preparo la carne de estos cuerpos y la ofreció como si fuera carne de cerdo. No fue difícil venderla y al parecer ese episodio habría terminado.

Su clientela antojada empezó a pedirle más de esa deliciosa variedad de cerdo presionando al carnicero día tras día y hasta algunos se atrevieron a ofrecerle el doble de su precio.

El matarife creyó ver ahí una oportunidad de negocio. Pensó entonces que sería más fácil hacerlo con indigentes a quienes a nadie les importaría su ausencia. Hasta de pronto estaría haciendo una labor social, reflexionó.

Con el tiempo casi todo el barrio hacia parte de su clientela y era común ver el local lleno de gente malhumorada exigiendo su ración de ese delicioso manjar. Tanto así que el carnicero mismo se vio en la necesidad de llamar a la policía pues la extraña agresividad de sus vecinos lo tenían temeroso por su seguridad.

El ambiente en la carnicería era cada vez más tenso y el capitán de la policía empezó a sospechar que algo más estaba sucediendo pues esa agresividad de los habitantes de ese barrio ya no era para nada normal. Siendo así decidió ir él mismo con dos de sus bachilleres para revisar la situación.

En el local el ambiente era muy pesado. Daba la impresión de que de alguna manera todo iba a estallar en cualquier momento. Hacía mucho calor pues había mucha gente metida en el lugar.

Uno de los bachilleres notó un cordón de zapato que salía de uno de los gabinetes donde se guardaba la carne. Con imprudencia el muchacho exhibió su hallazgo y a la vista de todos quedaron expuestas partes humanas que el carnicero no había alcanzado a procesar. Ese fue el detonante. Los clientes se abalanzaron unos sobre otros y hacia el carnicero mismo con los policías quienes estupefactos se vieron inmersos en una orgía de sangre y muerte. 

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