Desde la ventana de mi habitación en el quinto piso del hotel El Refugio Del Salto veo que al borde de la cascada, cerca al vacío, se encuentran dos hombres. Uno de estos hombres lleva sombrero y una escopeta. Es alto, delgado y viste ropas negras. El otro es un indio andrajoso que suplica por su vida.
El pobre indio no tarda en caer al vacío.
Intrigado decidí salir al encuentro de este extraño hombre.
Intrigado decidí salir al encuentro de este extraño hombre.
—Buenos días —dije despreocupado.
—Buenos días —me contestó.
—¿Qué ha pasado allá en la cascada? —pregunté sin rodeos.
—¿Qué ha pasado allá en la cascada? —pregunté sin rodeos.
—¿Se refiere al indio pagano ese? —dijo enojado y continuó—. Le dije que si creía en la cruz de cristo se salvaría pero usted ya sabe como son esos pendejos, creyendo en un dios más grande que Jesús. ¿Sabe? y es que yo me siento como un cruzado acabando con el mal un indio a la vez.
-No disfraces tu voluntad con la voluntad de Dios-
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